Santiago de Compostela
Grandísima María, Reina asunta de los Cielos, me dirijo a ti como hija para agradecerte cada una de las acciones que en mi favor has realizado, mediando siempre entre mi persona y tu Santísimo Hijo Jesucristo.
Como sierva del Señor, dignísima de alabanza, solo puedo aspirar a llenar mi corazón de una confianza semejante a la que tú siempre has puesto en el Padre. Te suplico humildemente que no sueltes mi mano durante este camino y que, por tu amable intercesión, pueda permanecer siempre en la gracia de Dios, siguiendo las enseñanzas de Cristo Señor Nuestro.
Mis oraciones ganan fuerza a través de tu palabra, Madre de Misericordia y refugio de pecadores; por ello, es mi gran deseo que compartas este mensaje de gozo y agradecimiento con la Trinidad, todopoderosa, sabia y omnipotente, para que todos seáis partícipes de mi adoración y mi humildad… pues nada habría sido posible lejos del sendero del Padre.
Amén.