Arquitectura del Santuario
En el interior del Santuario de Nuestra Señora de O Corpiño, se revela claramente la edificación más antigua, realizada en sillarejo de granito, correspondiente a la parte de los pies del templo, la reforma del s. XIX hace que el corte de la piedra se regularice, dando un aspecto mucho más homogéneo y estético en la zona del crucero y de los arcos formeros de acceso a las capillas laterales. Todo ello queda cubierto por una techumbre de bóveda de cañón en la nave central, pautada con arcos fajones. El crucero se cubre por bóveda de media naranja y linterna sobre pechinas.
El presbiterio está cubierto por una bellísima bóveda de arista ornamentada con unas hermosas pinturas murales de carácter vegetal en forma de roleos, dividido en cuatro partes, enmarcando distintos anagramas y símbolos escriturísticos: el anagrama de la Virgen María (la M y la A entrelazadas), el Cordero tumbado sobre el libro con los Siete Sellos, la Paloma que representa al Espíritu Santo y las Tablas de la Ley entregadas por Dios a Moisés.
Las naves laterales cubiertas por impresionante techumbre plana constituídas por colosales sillares a modo de losas sobre esbeltas pilastras.
El exterior
El exterior, manifiesta un elegante diseño de trazado neoclásico, que enmarca el hastial central de la construcción original.
El alzado se destaca por la superposición de órdenes en las ampliaciones de los cuatro ángulos, siendo la fachada de los pies enmarcada por cuatro columnas toscanas en el piso inferior y otras de más recortado fuste en un originalísimo orden a caballo entre el jónico y el compuesto en el superior, enmarcando losetas de mármol blanco con el anagrama de María tallado, quedando inacabado el arranque de las cuatro torres angulares a la altura de la cornisa.
La parte central la protagoniza la puerta principal enmarcada por un sencillo baquetón, sobre el que se dispone una hornacina con una bellísima y muy antigua imagen de la Virgen, a ella se superpone un ventanal que da luz al coro y nave central, rematándose todo en un esbelto campanario de planta cuadrangular y cupulín ochavado, que mantiene cierta semejanza a los compostelanos de Simón Rodríguez.
La fachada posterior
En la fachada posterior, que oculta la transacristía y el presbiterio original, se sigue un alzado similar a la parte delantera, salvo que en los ángulos de las esquinas se distribuyen en la parte superior unas habitaciones de mayor tamaño que lo que sería el cuerpo inferior de la torre, en el que se abren balconadas de herrería y que se culminan con exornos de pomas, franqueando al remate central que ocupa una erguida espadaña.
Finalmente, en el perfil exterior, vemos un muro caracterizado casi por una ausencia total de vanos, hecho que igualmente se aprecia en el tambor que enmascara a la bóveda de media naranja del crucero, quedando de este modo reducida la entrada de luz a la linterna superior que corona el edificio, que resulta cubierto en su totalidad mediante cubierta a dos aguas de tejas.
Como conclusión, se puede decir que este templo revela al visitante una combinación perfecta de sobriedad y elegancia de la arquitectura religiosa gallega, constituyéndose en el santuario más visitado de Galicia y más representativo de la devoción mariana de un pueblo a lo largo de los siglos.